¿ Cambiar ?

Un día, por cosas que te pasan en la vida, te levantas y decides cambiar. Cambias la expresión de tu cara, tu humor por las mañanas, tu sonrisa, tu pelo, tu ropa... lo cambias todo porque decides empezar de nuevo. Pasas por experiencias increíbles, conoces gente especial que sabes que jamás olvidarás, escuchas otro tipo de música que resulta llegarte al corazón, comes cosas que no habías probado antes, te relacionas con personas con las que creías no entenderte... un cambio radical.
Al principio sientes la adrenalina que se crea cuando no sabes lo que te deparará el día, la vida. Te acuestas pensando en las cosas que quieres hacer, en la comida que quieres probar, en los amigos que quieres hacer, en las locuras que se te ocurrirán de repente, y que sin pensar harás. Lo tienes todo, sientes que el mundo es tuyo. Lo es.
Y piensas que el cambio valió la pena, porque ahora eres feliz, o más que antes al menos, piensas menos en los problemas e intentas labrarte las alegrías, te pones el reto de no llorar al menos que sea de la risa, intentas ver el lado positivo de las cosas, porque lo tiene.
Entonces, cuando estás completamente satisfecha con lo que has conseguido, sólo cuando te ves en la cima, cuando sientes que el mundo es tuyo y nadie puede pisarte, en el momento en el que se te escapa una sonrisa sin querer leyendo cosas que creías dejadas atrás; en ese momento te das cuenta de que puedes cambiar tu ropa, tu pelo, puedes cambiar de amigos, escuchar música nueva; pero lo que tienes adentro sigue exactamente igual que como lo dejaste hace tiempo, intacto.  

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Imagina que de pronto, en medio de toda esta maravilla, comienzas a soñar… si, los sueños son posibles, los sueños son reales, pero siempre son sueños… la vida no es sueño, y los sueños… ¿adivinas el resto? Exacto, sólo eran, son y serán simples sueños, motivos de tantas penas y chocantes contrastes de realidades por la mañana, en medio de resaca, pestilencia y tristeza… vaya, amanecí… sobreviví un día más… ¿y qué? ¿Debería alegrarme?

No.

¿Cuántas veces al día piensas si esto vale la pena? ¿Cuántas veces deseas desaparecer y volver a empezar de cero? Te acuestas en la cama y tu cabeza no deja de dar vueltas. Te levantas por la mañana y lo único que haces es estar de pié, frente a la ventana, viendo la gente pasar, sin importarles que sorpresas les deparará el día. Piensas que tú quisieras ser como ellos, disfrutar cada momento, pero no puedes, son demasiadas cosas las que te invaden. Y de repente piensas que te lo mereces, te lo mereces por ser así, por pensar que alguien te comprendería, por pensar que alguien tendría interés por verte sonreír, por pensar que simplemente podrías ser importante para alguien. ¿Llorar? ¿Para qué? Si el único que puede ver tus lágrimas es el espejo. Tal vez el día que alguien te pregunte qué te pasa, seas tú la que decidas no contestar.

Vivir no es sólo respirar.

-Quien no es capaz de aceptar tus defectos, recuerda, no te quiere lo suficiente.

Dicen cosas que yo no entiendo.

Dicen que lo que más duele son las verdades, dicen que si la felicidad llama a tu puerta hay que aprovechar, dicen que si te caes levantarse es obligatorio, dicen que si lloras es porque mañana reirás, dicen que si sueñas con esa persona es porque piensa en ti, dicen que el amor verdadero perdona; dicen tantas cosas que ya no sé a cual hacerle caso, lo único que que realmente sé es que prefiero vivir el presente, sin pensar en el pasado.

Adiós.

-Me voy.
+¿A dónde?
-A un lugar donde nadie me encuentre, quiero alejarme de todo esto, y empezar de nuevo.
+¿Cuánto tiempo?
-Para siempre.
+Y, ¿qué llevas en esa mochila?
-Recuerdos.
+Entonces te han de pesar bastante.