Cada día te levantas y piensas: un día más. Un día más para perder, un día más para quejarte del tiempo, o de la mala cara que tienes por las mañanas; un día más para andar por la calle escuchando música; un día más para llorar, para discutir, para enfadarte y reírte.
Llega un momento en el que piensas que un día más es un día menos, un día menos que tienes para vivir; y ¿deberías dar las gracias por poder vivir un día más? La respuesta es clara. No es un día más, ni un día menos; es un día nuevo que tienes para ver la lluvia, en vez que quejarte de ella; un día más para alegrar esa mala cara que tienes por las mañanas; un día más para disfrutar de la música mientras vas por la calle; un día más para llorar... de alegría; un día más para enfadarte por tonterías y reírte de ellas después.
Los pequeños detalles del día a día forman tu vida, sólo tienes que elegir si los quieres vivir con alegría. Aprender a valorar los pequeños detalles de la vida es una cualidad difícil de mantener, pero cuando llegas a ello, no te importa nada más.
Y ahora que todo se acaba, que no puedes con nada, esa persona estará ahí, y sino está no es la adecuada.
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